jueves, 16 de febrero de 2012

La Obra del Espíritu Santo en la vida y Ministerio de Jesús

La Obra del Espíritu Santo en la vida y Ministerio de Jesús Espirítu Santo Cristologia
Iglesia Alianza Cristiana y Misionera Comas San Felipe III La Obra del Espíritu Santo en la vida y Ministerio de Jesús El Espíritu Santo con relación a Jesucristo EL NACIMIENTO DE CRISTO Se describe al Espíritu Santo como el agente de la concepción milagrosa de Jesús. (Mt. 1:20 Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.) (Lc. 1:35 Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.) Jesús estaba en relación con el Espíritu de DIOS desde el primer momento de su existencia humana. En la concepción y nacimiento virginal, el ángel Gabriel le anunció a María que el niño que le iba a nacer sería concebido por el Espíritu Santo A José se le hizo el mismo anuncio Mt. 1.20. En otro lugar de las Escrituras se nos dice que el Padre le preparó un cuerpo a Cristo (He. 10:5 Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; Mas me preparaste cuerpo.) y que el Hijo adoptó un cuerpo de carne y sangre (como si se tratase de un acto de su propia voluntad, (He. 2:14 Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo.) Por lo tanto, es correcto decir que Cristo fue concebido por el Espíritu Santo, aun cuando también se diga que Dios es su Padre. El resultado del nacimiento virginal El resultado del nacimiento virginal fue la encarnación. Lo que se engendró fue la naturaleza humana, no la persona, porque la segunda persona de la Trinidad siempre existió. Con la concepción de la naturaleza humana se dio existencia al Dios-hombre, y la humanidad que adquirió fue perfecta. Esto significa que si bien estaban presentes los componentes de la humanidad, se trataba de una naturaleza humana sin pecado, y no meramente una naturaleza humana santificada. El efecto de esta intervención Divina va a ser visto en su perfección moral, su completa consagración, y ese conocimiento interior ininterrumpido, o conciencia de la Paternidad de DIOS. El poder del pecado fue quebrantado al fin y aquel nacido de mujer era Santo y el Hijo de DIOS, aun en su calidad de Hombre. LA VIDA DE CRISTO EN EL MINISTERIO Cristo fue ungido por el Espíritu En el Nuevo Testamento el ungimiento se menciona con relación a Cristo únicamente en los siguientes pasajes: Lucas 4:18El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; Hechos 4:27Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel.; 10:38cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él; Hebreos 1:9Has amado la justicia, y aborrecido la maldad, Por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegría más que a tus compañeros. El ungimiento de Jesús ocurrió, probablemente, en el momento de su bautismo, aunque ungimiento y bautismo no son sinónimos. Tampoco es lo mismo que la plenitud del Espíritu, cosa que Cristo conoció desde el momento del nacimiento; pero el ungimiento marcó una nueva etapa en su Ministerio, etapa en la que el poder del Espíritu se hizo públicamente manifiesto a través de él. Sirvió para distinguir al Cristo verdadero de los falsos. El ungimiento tuvo, por lo tanto, las siguientes características en relación a la vida y el ministerio de Cristo. 1. El ungimiento de Jesús de Nazaret. Sirvió para destacarlo como el Mesías. Pedro se refirió a este hecho en la oración que pronunció después de la primera persecución de los discípulos: "Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel" (Hch. 4:27 Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel,) El escritor de la carta a los Hebreos se refiere también al hecho de que el ungimiento de Jesús tenía el efecto de señalarlo como el elegido: "Has amado la justicia, y aborrecido la maldad, por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo de alegría más que a tus compañeros" (He. 1:9 Has amado la justicia, y aborrecido la maldad, Por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegría más que a tus compañeros.) 2. El acto de ungir a Jesús. Le dio el poder necesario para cumplir su misión profética. En la sinagoga de Nazaret dijo: "El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres" (Lc. 4:18). 3. Pedro relacionó el ungimiento de Jesús con su ministerio de hacer el bien: "Cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él" (Hch. 10:38 cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.) Cristo estaba lleno del Espíritu Hay dos referencias específicas al hecho de que el Señor Jesucristo estaba lleno del Espíritu. Son éstas: • Lucas 4:1, que dice que estaba lleno del Espíritu después de su bautismo. • Juan 3:34, que declara que "no le da Dios el Espíritu con medida" (Versión Moderna). Si bien ninguna de estas dos referencias afirma específicamente que Cristo fue lleno del Espíritu desde el momento de su concepción o nacimiento, se trata de un hecho que puede deducirse de las profecías del Antiguo Testamento sobre el Mesías. Por ejemplo, Isaías habló de la relación entre el Espíritu Santo y el Mesías en los siguientes términos: "Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová" (Is. 11:2). En otro lugar, Isaías profetizó así sobre el siervo de Dios: "He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento..." (Is. 42:1). Versículos como los mencionados implican que el ser lleno del Espíritu fue una experiencia permanente del Mesías, y esto no puede sino significar que lo fue desde su nacimiento. Cristo fue sellado con el Espíritu Cristo mismo declaró esto, como puede verse en Juan 6:27 Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que dura para vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a éste le selló el Padre, Dios. (VM). El sello era la marca de su origen celestial y la prueba de su carácter de Hijo de Dios. Cristo fue guiado por el Espíritu Después de su bautismo, Cristo fue guiado por el Espíritu al desierto para enfrentar la tentación de Satanás (Lc. 4:1Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto). Su invariable obediencia a la dirección del Espíritu le permitió hacer siempre lo que agradaba al Padre (Jn. 8:29 Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada.) Cristo se regocijó en el Espíritu En Lucas 10:21 En aquella misma hora, Jesús regocijóse sobre manera en el Espíritu Santo, y dijo: ¡Gracias te doy, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños! ¡Sí, Padre, gracias te doy; porque así pareció bueno a tu vista! Vemos la declaración que Cristo se regocijó en el Espíritu Santo (el texto griego agrega la palabra "Santo". Véase la VM). Esto constituía parte del fruto del Espíritu que abundaba en él. Cristo recibió poder por el Espíritu En la controversia con los fariseos, que los llevó a cometer el pecado imperdonable, Cristo dijo claramente que El echaba fuera los demonios por el poder del Espíritu (Mt. 12:28 Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios.) Surge entonces la siguiente pregunta: ¿Todos los milagros de Cristo fueron realizados en el poder del Espíritu? O dicho de otro modo: ¿Dependía Cristo del poder del Espíritu para realizar sus milagros durante su Ministerio terrenal? Además del caso mencionado en Mateo 12, lo que escribe Lucas en 4:14-15 Y Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor. 4:15 Y enseñaba en las sinagogas de ellos, y era glorificado por todos; y 18 El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos. Muestra también, que el poder que tenía para dar vista a los ciegos y libertad a los oprimidos era el poder del Espíritu. Esto indicaría que realizó numerosos milagros en el poder del Espíritu. Jesús también hizo milagros con propio poder. La curación de la mujer con el flujo de sangre fue resultado de su propio poder (Mr. 5:30 Luego Jesús, conociendo en sí mismo el poder que había salido de él, volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos?). El milagro de curar al paralítico que fue bajado por el techo por sus amigos se atribuye al "poder del Señor" (Lc. 5:17ss.). La curación de la multitud después de la elección de los discípulos fue resultado de su propio poder (Lc. 6:19 Y toda la gente procuraba tocarle, porque poder salía de él y sanaba a todos.) Cuando nuestro Señor fue acosado en el jardín de Getsemani, en respuesta a la pregunta de la multitud acerca de su identidad, contestó: "Yo soy" (Jn. 18:6 Cuando les dijo: Yo soy, retrocedieron, y cayeron a tierra.) Ante esta respuesta cayeron en tierra, probablemente como resultado de un momentáneo destello de su propio poder. De modo que tenemos declaraciones diáfanas de que ciertos milagros los realizó con el poder del Espíritu y otros con su propio poder. Por lo tanto, una afirmación acertada de la cuestión sería la siguiente: Cristo no se veía obligado a hacer los milagros en el poder del Espíritu, pero en determinadas ocasiones así lo hizo; en algunos casos se valió claramente de su propio poder. ¿Qué importancia tienen estos hechos relativos al obrar del Espíritu en la vida y el ministerio de nuestro Señor? 1. En primer lugar El Ministerio del Espíritu estaba relacionado con el desarrollo de la naturaleza humana de Cristo. Si bien su naturaleza Divina era inmutable, su naturaleza humana era susceptible al desarrollo. Por ejemplo, su sabiduría aumentaba (Lc. 2:52 Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres.), y aprendió la obediencia (He. 5:8 Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia.) Este desarrollo no tenía nada que ver con la necesidad de vencer el pecado, porque él no conoció pecado, ni era tampoco el desarrollo de un cuerpo que hubiese sido contaminado por el pecado. Pero hubo crecimiento genuino, y esto tuvo lugar por el poder del Espíritu. 2. En segundo lugar El hecho de que Cristo dependía del poder del Espíritu realza la profundidad de su condescendencia. El hecho de que el Dios-hombre tuviera que depender del Ministerio del Espíritu en ÉL es demostración de las limitaciones de la humanidad. 3. En tercer lugar Todo esto constituye una vivida demostración, también, de la necesidad que tiene el creyente del Ministerio del Espíritu en su propia vida. Si el Señor de la gloria no desestimó el Ministerio del Espíritu en su propio caso, ¿cómo podemos nosotros, los pecadores, aunque seamos redimidos, vivir independientemente de su poder? Si El dependía del Espíritu, también nosotros tenemos que depender de él. LA CRUCIFIXION Y MUERTE DE CRISTO El mismo Espíritu que le condujo al desierto y lo sostuvo allí, le dio también fuerzas para consumar su Ministerio sobre la cruz, donde “por el espíritu eterno, se ofreció a sí mismo sin mancha a DIOS.” Hebreos 9:14. Jesús fue a la cruz con la unción que reposaba aun sobre ÉL. El Espíritu mantuvo vivas ante sus ojos las inflexibles demandas de DIOS y le inflo de amor hacia el hombre pecador y celo hacia DIOS, para ir hacia adelante a pesar de los obstáculos, dolores y dificultades, y así consumar la redención del mundo. El Espíritu Santo lleno su mente de un ardor, celo y amor constante, que lo condujeron a un completo sacrificio. El Espíritu Santo había penetrado en el Espíritu humano y lo había elevado de tal manera, que ese Espíritu humano vivía en lo eterno e invisible, y pudo capacitarlo para sufrir la cruz, menospreciando la vergüenza. LA RESURRECCIÓN DE CRISTO El Espíritu Santo fue el agente vivificante en al resurrección de Cristo. Rom. 1:4 que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos, 8:11 Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros. Algunos días después de este acontecimiento, Cristo se apareció a sus discípulos, soplo en ellos y le dijo: “tomad el Espíritu Santo” Jn. 20:22 Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. Hch. 1:2 Hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido. Esto quiere decir que los Apóstoles eran investidos de aquel poder que Jesús, después de su ascensión, les dijo que esperaran. Algunos estudiosos creen que ese soplo fue simbólico de lo que iba a ocurrir cincuenta días después, esto es, para recordarles el acontecimiento de Pentecostés que se aproximaba. Otros creen que en esa oportunidad algo definido les fue impartido a los discípulos. Una comparación con Gn. 2:7. Indica que el soplo Divino simboliza un acto creativo. Posteriormente Cristo es descriptivo como el Espíritu vivificante o dador de vida. 1 Cor. 15:45. Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante. ¿No será quizá que en esta ocasión el Señor de la vida hizo conocer a sus discípulos por experiencia ¿“el poder de la resurrección”? Los once discípulos iban a ser enviados al mundo para cumplir una nueva comisión; iban a continuar la obra de Cristo. En sí, eran incapaces de cumplir con dicha misión, de la misma manera que un cuerpo inanimado es incapaz de ejercer las funciones de un ser vivo. Por lo tanto, el acto simboliza el dar la vida. Así como DIOS alentó soplo de vida en la vieja humanidad, así también Cristo alentó soplo vivificante en la nueva humanidad. Si aceptamos la idea de que algo definido fue impartido en esta ocasión, debemos de recordar, sin embargo, que no fue la persona del Consolador, sino la inspiración de su vida la que fue comunicada. El obispo Wescott distingue de la menar siguiente el “Don de la pascua,” del “Don de Pentecostés”:  El primero responde al poder de la resurrección, el segundo, al poder de la accesión.”  En otras palabras, el uno constituye la gracia vivificante, el otro, de la dotación o revestimiento. LA ASCENSIÓN DE CRISTO En lo que respecta al proceso de impartir el Espíritu a Cristo, podemos notar tres grado: 1.- Desde el momento de la concepción de Cristo, el Espíritu de DIOS fue el espíritu de Cristo, el poder vivificante y santificador por el cual el Señor Jesús entro en esta vida como el Hijo del hombre y vivió hasta el fin. 2.- Con el correr de los años, comenzó una nueva relación con el Espíritu. El Espíritu de DIOS se transformo en el Espíritu de Cristo en el sentido de que descansaba en ÉL para la realización de su Ministerio. 3.- Después de su ascensión, el Espíritu se transformo en el Espíritu de Cristo en el sentido de ser impartidos a otros. El Espíritu vino a habitar en Cristo no solamente para sus propias necesidades, si no para que ÉL pudiera impartirlo a todos los creyentes. Jn. 1:33. Vemos acá la palabra “reposa.” Después de la ascensión, el Señor Jesús hizo uso de la gran prerrogativa que le fue dada como Mesías: el derramamiento del Espíritu sobre otros. Hch. 2:33. Siendo pues por la diestra de Dios ensalzado, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, él ha derramado esto que veis y oís. Apoc. 5:6. Y ví, de pie en medio de ellos, entre el trono y los cuatro seres vivientes de una parte, y los ancianos de otra, a un cordero, que parecía como si hubiese sido inmolado; el cual tenía siete cuernos, y siete ojos, que son los siete Espíritus de Dios, enviados por toda la tierra. De esta manera, el Señor Jesús da la bendición que ÉL mismo ha recibido y gozado y nos hace coparticipes con ÉL. Es así que no solo leemos del don, sino también de la “comunión” del Espíritu Santo, esto es de la participación en común de los privilegios y bendiciones relacionadas con el recibimiento del Espíritu de DIOS. No es solamente comunión de los creyentes entre sí, sino también con Cristo. Los discípulos reciben la misma unción que ÉL recibió. Es cual el buen oleo sobre la cabeza de Aarón, que luego desciende sobre su barba y que baja hasta el borde de sus vestiduras. Todos los miembros del cuerpo de Cristo, como reino de sacerdotes, participan de la unción del Espíritu Santo que desciende desde Cristo, cabeza de ese cuerpo, y nuestro Gran Sumo Sacerdote que ha ascendido al cielo. DIOS los bendiga.

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