Este Blog busca servir a DIOS Todopoderoso, el Creador del Mundo y de la humanidad, y por medio de su Hijo Jesucristo, nuestro salvador, por la fe y arrepentimientos de nuestros pecados, y lavados por la sangre de Jesús, y llamados por DIOS mediante su Gracia, y teniendo al Espíritu Santo en nuestra vida.
martes, 14 de febrero de 2012
La dos Naturalezas de Cristo Encarnado
La dos Naturalezas de Cristo Encarnado
Cristología
Iglesia Alianza Cristiana y Misionera Comas San Felipe
V. La dos Naturalezas de Cristo Encarnado
Introducción.- Aquí tratamos el asunto de que en Jesucristo existían y existen la Naturaleza Divina y la Naturaleza Humana, ambas completas y autenticas, en una sola personalidad.
Los seres humanos y la constitución del alma y el cuerpo
1.-. La fe común de la humanidad y de la Iglesia.- El hombre está constituido por dos sustancias distintas, alma y cuerpo. La sustancia que designamos como alma es inmaterial, esto es, no tiene ninguna de las propiedades de la materia. Es espiritual, esto es, tiene todas las propiedades de un espíritu. Es un agente consciente de sí mismo, inteligente, voluntario. En cambio, la sustancia que llamamos cuerpo es material. Esto es, tiene todas las propiedades de la materia, y ninguna de las propiedades de la mente o del espíritu. Éste es el primer hecho universalmente admitido acerca de la constitución de nuestra naturaleza.
2.- El segundo hecho tiene que ver con la naturaleza de la unión entre el alma y el cuerpo.
a) Es una unión personal. El alma y el cuerpo constituyen un hombre individual, o una persona humana. Hay tan sólo una consciencia. Es el hombre o la persona quien está consciente de las sensaciones y de los pensamientos, de los afectos del cuerpo y de los actos de la mente.
b) Es una unión sin mezcla o confusión. El alma sigue siendo espíritu, y el cuerpo sigue siendo materia. (Ejemp. El cobre y el zinc constituyen una aleación de bronce.) Los elementos constitutivos pierden sus características distintivas y producen una tercera sustancia.
No existe tal mezcla en la unión del alma y del cuerpo: Ambas, alma y cuerpo permanecen distintas. Ni hay transferencia de ninguna de las propiedades de la una al otro o viceversa. No se transfiere ninguna de las propiedades de la mente al cuerpo, ni se transfiere ninguna de sus propiedades del cuerpo a la mente.
3. En tercer lugar, las consecuencias de esta unión del alma y del cuerpo son:
a) Una koinönia idiömatön, o comunión de atributos. Esto es, la persona es poseedora de todos los atributos tanto del alma como del cuerpo. Podemos predicar del hombre todo aquello que se pueda predicar de su cuerpo, y podemos predicar de él todo aquello que se pueda predicar de su alma. Decimos del hombre que es alto o bajo; que está enfermo o sano; que está apuesto o deforme. De la misma manera, podemos decir que es juicioso, sabio, bueno, benevolente o erudito. Sea lo que sea cierto de cualquier elemento de su constitución, es verdadero del hombre. Pero lo que es cierto de uno de estos elementos no es cierto del otro. Cuando el cuerpo queda herido o quemado, no es el alma la que está sujeta a estos accidentes; y cuando el alma está arrepentida o es creyente, o iluminada e informada, no es el cuerpo de quien se habla.
b) Como en virtud de la unión personal del alma y del cuerpo todas las propiedades de ambas partes son las propiedades del hombre, de la misma manera todos los actos de ambas partes son los actos del hombre. Algunos de nuestros actos son puramente mentales como pensar, arrepentirse y creer; algunos son puramente corporales, como el proceso de la digestión, asimilación y la circulación de la sangre; algunos son mixtos, como todos los actos voluntarios, entre los que se pueden mencionar andar, hablar, escribir. En estos se da una concurrencia o cooperación directas de la mente y del cuerpo.
Estas varias clases de acciones son actos humanos. Es el hombre quien piensa; es el hombre que habla y escribe; y es el hombre quien digiere y asimila sus alimentos.
c) Otra consecuencia de esta unión hipostática es la exaltación del cuerpo. La razón por la que el cuerpo del hombre y su vida están tan enormemente exaltados por encima de los de un animal es que están en unión personal con un alma racional e inmortal, es también esto lo que le da al cuerpo su dignidad y hermosura.
La mente irradia del cuerpo, y le imparte una dignidad y un valor que no podría ser poseída por ninguna configuración de la materia, Al mismo tiempo el alma no queda degradado por su unión con el cuerpo. Así estaba revestida antes de la caída, y ha de estar revestida con un cuerpo en su estado glorificado en el cielo.
d) La unión del alma y del cuerpo en la constitución del hombre es similar a la unión de la Naturaleza Divina y Humana en la persona de Cristo.
No se espera que ninguna analogía dé respuesta a todas las cuestiones. Hay en este caso suficientes semejanzas como para sustentar la fe y reprender a la incredulidad. No hay nada en lo uno que sea más misterioso o inescrutable que en lo otro. Y como las dificultades para la comprensión de la unión de dos sustancias distintas, materia y mente, en la persona del hombre, han inducido a muchos a negar las realidades más claras de la consciencia, así las dificultades del mismo tipo que acompañan a la unión de dos Naturalezas, la una y la Divina en la persona de Cristo, han conducido a muchos a rechazar los hechos más claros de la Escritura.
Cristo el único Mediador
Según las Escrituras, la encamación del Hijo eterno de Dios no fue un acontecimiento necesario surgiendo de la naturaleza de Dios. No fue el punto culminante en el desarrollo de la humanidad. Fue un acto de humillación voluntaria. Dios dio a Su Hijo para la redención del hombre. Él vino al mundo para salvar a Su pueblo de sus pecados; para buscar y salvar a los perdidos. Él tomó parte en carne y sangre a fin de destruir, mediante la muerte, a aquel que tenía el poder de la muerte, esto es, al diablo, y liberar a aquellos que por temor a la muerte (esto es, por su aprensión de la ira de Dios), estaban toda la vida sujetos a servidumbre. Él murió, el justo por los injustos, para acercamos a Dios.
El nombre de Cristo es el único nombre por el que los hombres pueden ser salvos. Si la justicia hubiera podido ser alcanzada de otra manera, Cristo, dice el Apóstol, murió en vano (Gá 2:21 No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo). Si la ley (cualquier institución o instrumento) hubiera podido dar vida, ciertamente que la justicia habría sido por la ley (Gá 3:21 ¿Luego la ley es contraria a las promesas de Dios? En ninguna manera; porque si la ley dada pudiera vivificar, la justicia fuera verdaderamente por la ley.).
Por cuanto el designio de la encarnación del Hijo de Dios era reconciliarnos a Dios, y por cuanto la reconciliación de las partes enemistadas es una obra de mediación, Cristo es llamado nuestro mediador.
Él es nuestra paz, que reconcilia a judíos y gentiles para con Dios en un cuerpo por la cruz (Ef 2: 16 y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades.). Por tanto, para nosotros hay un mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre (1 Ti 2:5 Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre). La obra mediadora Pg. 141-142. Teología Sistemática Volumen II. Charles Hodge.
La Necesidad de las dos Naturalezas en Cristo
De lo anterior se deduce que, actualmente, muchos no reconocen la necesidad de aceptar dos naturalezas en Cristo. Para ellos Jesús es nada más un hombre; pero al mismo tiempo se sienten constreñidos a atribuirle el valor de un Dios, o a reclamar la divinidad para El en virtud de la inmanencia de Dios en El, o de la morada del Espíritu en El. La necesidad de las dos naturalezas en Cristo se sigue de lo que es esencial a la doctrina bíblica de la expiación.
1. La necesidad de su humanidad. Puesto que el hombre pecó, era necesario que el castigo lo recibiera el hombre. Además, la paga del castigo envolvía el sufrimiento del cuerpo y del alma, en tal forma que sólo el hombre es capaz de sufrirlo, Juan 12: 27 Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora; Hech. 3: 18 Pero Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos sus profetas, que su Cristo había de padecer; Heb. 2: 14 sí que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo; 9: 22 Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión. Era necesario que Cristo tomara la naturaleza humana, no únicamente con todas sus propiedades esenciales, sino también con todas las flaquezas a las que está propensa desde la caída, y que de esta manera bajara hasta las profundidades de la degradación a la que el hombre ha caído, Heb. 2: 17 Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo., 18 Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados. Al mismo tiempo tenía que ser un hombre sin pecado, porque uno que fuera pecador y que hubiera arruinado su propia vida ciertamente no podría hacer expiación por otros, Heb. 7: 26 Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos. Tan sólo un Mediador como El, verdaderamente humano, que tuviera el conocimiento experimental de las miserias de la humanidad y que se levantara por encima de todas las tentaciones, podría entrar con toda simpatía a todas las experiencias, las pruebas y las tentaciones de los hombres, Heb. 4: 15 Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. 5: 2 Para que se muestre paciente con los ignorantes y extraviados, puesto que él también está rodeado de debilidad., y ser un ejemplo humano perfecto para sus seguidores, Mat. 11: 29 Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: He aquí un hombre comilón, y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores. Pero la sabiduría es justificada por sus hijos.; Marc. 10: 39 Ellos dijeron: Podemos. Jesús les dijo: A la verdad, del vaso que yo bebo, beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados; Juan 13: 13-15 Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy. 14 Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. 15 Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.; Heb. 12: 24 a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.; I Pedro 2: 21 Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas.
2. La necesidad de su divinidad. En el plan divino de salvación era absolutamente esencial que el Mediador también fuera verdadero Dios. Esto era necesario, para que:
1. Presentara un sacrificio de infinito valor y diera perfecta obediencia a la ley de Dios.
2. Soportara la ira de Dios con propósito redentor, es decir, para liberar a los otros de la maldición de la ley.
3. Pudiera aplicar todos los frutos de su trabajo cumplido a aquellos que lo recibieran a El mediante la fe. El hombre con su vida deshecha no puede pagar el castigo del pecado, ni prestar obediencia perfecta a Dios. Puede soportar la ira divina, y si no fuera por la gracia redentora de Dios, la tendría que soportar eternamente, pero no podría sobrellevarla de una manera tal que pudiera abrirse una vía de escape, Sal 49: 7-10 Ninguno de ellos podrá en manera alguna redimir al hermano, Ni dar a Dios su rescate 8 (Porque la redención de su vida es de gran precio, Y no se logrará jamás), 9 Para que viva en adelante para siempre, Y nunca vea corrupción. 10 Pues verá que aun los sabios mueren; Que perecen del mismo modo que el insensato y el necio, Y dejan a otros sus riquezas.; 130: 3 De lo profundo, oh Jehová, a ti clamo.
La sencilla, sublime y salvadora Cristología de la Biblia y de la Iglesia universal es: «Que el Hijo eterno de Dios se hizo hombre tomando para Si un verdadero cuerpo y un alma racional, y que así era y sigue siendo Dios y hombre en dos naturalezas distintas y una persona para siempre.»
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